Hola niños y niñas de bien, chavalería a grandes rasgos. Hoy iba a analizar el hábitat y costumbres del cangrejo africano, pero como no tengo ni puta idea del tema, pues hablo de otra cosa y listo. En concreto, de las maravillosas películas de televisión y su proliferación alarmante en los últimos años. O, dicho de otro modo, el problema de que si alguien quiere ver una película normal tiene que esperar a las dos de la mañana. Y eso con suerte.
Y es que antes no había tantas películas cutres de estas, cojones. Hace un tiempo podías ver películas de verdad. Hoy en día es una excepción. Acaba el telediario y aparece el peliculón de turno, culpable de hacerte escupir el café y fastidiar una más que posible agradable sobremesa.
Estas películas se distinguen muy fácilmente. Para empezar, sus títulos son siempre de dos palabras. Por ejemplo, Confusión Fatal, Contrato Parcial o Diarrea Mortal. No falla. Otro rasgo característico de estos filmes es su doblaje. Sí, porque en las películas de televisión, todas las voces te suenan. El padre de la chica de Confusión Fatal tiene la misma voz que el hijo del enfermo de Diarrea Mortal. Todo queda en casa, parece.
Los telefilmes tienen poca variedad de géneros. Un 80% de ellos son super dramas de esos de llorar mucho, con cuernos y historias muy chungas. El 20% restante engloba películas catastrofistas casposas o intentos de películas de humor. Además, casi todos estos filmes están basadas en hechos reales. Que digo yo, ¿y a mí que coño me importa? Pues debe ser que sí, que es interesante el dato.
Lo peor de todo es cuando ves a algun actor de renombre metido en alguna de estas bazofias. Te preguntas, tío, ¿quién te la ha chupado para hacer esta mierda? Al final solo te queda aceptar esta teoría, o asumir que firmó el contrato bajo los efectos de alguna sustancia sospechosa. O que es un Baldwin que aún no conocías. Porque claro, son tantos que a veces uno se lía.
Y para terminar, un aviso. Aunque cueste creerlo, hay algo peor que los telefilmes. Los telefilmes en Navidad. Es ver uno de estos, aunque sea haciendo zapping, y te dan ganas de mandar el espíritu navideño a tomar por culo definitivamente. Historias empalagosamente felices y personajes agilipollados mezclados con Papas Noeles a saco. ¿Alguien se imagina Confusión Fatal con trasfondo navideño? Creo que la pantalla directamente estallaría.
Así que, en el caso de terminar de comer y ver empezar algún sub-producto (hola Risto) de este calibre, la recomendación más útil es huir despavoridos hacia la habitación más cercana con una cama en su interior.
Y que viva la siesta.