jueves, 3 de julio de 2008

Los dentistas, esos entrañables chupasangres

Antes de meternos en harina, un aviso a navegantes. En el caso de pertenecer a este honorable gremio o, en su defecto, ser familiar de alguno de ellos, la Taladradora recomienda no leer más allá de este inocente primer párrafo. No suelo ser benevolente, pero creo que la ocasión lo merece.

Al lío amigos. Todos tenemos un ránking personal y potencialmente transferible de profesiones a las que profesamos cierta tirria. En mi "top 3" particular se encuentran, no necesariamente en este orden, los taxistas, los peluqueros y los dentistas. Todos tienen cosas en común, aunque no lo parezca en principio. Por ejemplo, que los tres te sacan conversación aunque no quieras (o no puedas por el efecto de la anestesia) hablar de gilipolleces. O que los tres tienden a pasar de ti como de la mierda y hacer lo que les pide el cuerpo. Pero los dentistas se llevan la palma.

Ir al dentista es altamente desaconsejable. Yo fui un día a hacerme una revisión rutinaria y no he vuelto. Debo ser de los pocos españoles que no han sido hipotecados de por vida desde la primera visita en el maravilloso mundo de los dentistas. Y aún doy gracias. Una caries, un colmillo que duele un poquillo, incluso un “paluego” de hace dos días en una muela. Todo ello es susceptible de atarte, sin saber cómo, en las tinieblas de la consulta del dentista. Siempre te ven algo que te hace volver a las dos semanas, mira tú qué cosas. Y los Taladradores no creemos en las casualidades. De eso nada.

Hace poco llegó a mis manos un folleto de información sobre diversas prácticas de torturas dentales acompañadas de su precio en euros, torturante a su vez. Y mis ojos, absortos y llorosos, leyeron cosas que me hicieron retorcerme por el suelo de risa y de dolor casi a partes iguales. Al instante entendí que era mi cometido el compartir esta parcela de conocimiento dental con mis queridos y fieles lectores. Vamos allá:


- Limpieza de Boca. Tartrectomía. Ambas arcadas (GRATIS): Bueno, aquí se portan bien. Porque ya que reconocen que te van a dar arcadas, que menos que dejártelo gratis. Correcto.

- Casquillos de metal (10 euros): Por el nombre parece dedicado a excombatientes en Vietnam o algo por el estilo. No obstante, es barato, así que igual merece la pena arriesgarse. Quizá quede bonito y todo.

- Corona metal colada (48 euros): ¿Seguro que seguimos en el dentista? Una corona de metal, caramba. Seguro que Letizia frecuentaba esta consulta. Al menos con lo de colada reconocen que te la están colando. Bien, punto a favor.

- Corona de Zirconio (385 euros): Aquí ya sí que me llevo las manos a la cabeza. ¿Eso existe de verdad? Pero si parece algún objeto mitológico o algo así. ¡La leyenda de Zirconio y su corona mágica! Por el precio, podría serlo, desde luego.

- Composturas (65 euros): Esto debe ser por si la pierdes en la sala de espera. Por los nervios y esas cosas. Si es que los dentistas están en todo.

- Amputación Radicular Terapéutica (29 euros): Hostias. Suena a dolor, sangre e inflamación eterna. Amputación, así de claro y conciso. Al menos no es caro. Lo curioso es que han tenido la deferencia de poner lo de "terapéutica" al final, que parece que suaviza un poco el dramatismo.

- Cirugía a colgajo (37 euros): Aún a riesgo de repetirme, ¿seguro que estamos en el dentista? Mis partes íntimas no están tan seguras.


Esto es lo que te puede pasar si vas al dentista, amigo lector. Por tanto, no lo hagas. Nunca. Aunque tu boca se retuerza de dolor. Aunque escupas sangre. Piensa en que si vas, si te rebajas a ellos, serás su esclavo para siempre. Así que desde este blog pido resistencia, que los dentistas vean que la sociedad puede vivir sin ellos y sin sus aparatitos que hacen ruido, daño y dan grima en general.

Porque antes de que se caguen en nuestras muelas, es preferible que lo hagamos nosotros. En las suyas, obviamente.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde la SER, después de una larga noche, te escribo, mi sueño y mi cansancio solo hace que diga que aquí tienes mi apoyo y mi firma para crear la Plataforma contra el colectivo de profesiones con Tirria, al más puro estilo del manifiesto sobre el castellano, que por cierto me gustaría que hicieras una entrada en la página y te pronunciaras al respecto.

Un saludo taladrador desde Gran Vía.

Anónimo dijo...

Como fardamos de curro eh?!!

Anónimo dijo...

Más que de curro, fardo de horario de semi-esclavitud!

Anónimo dijo...

Más que de curro, fardo de horario de semi-esclavitud!

Anónimo dijo...

Bueno querido taladrador, desde la humilde redacción de ADN.es (voy a dejal la taladradora abierta en el ordena haber si alguien pica) me he reido muchisimo, sobre todo con lo de las arcadas...

Por cierto si alguna vez haces una entrada sobre peluqueras, dedicaselo a mi madre, que ella tambien quiere presumir de curro