Creatividad universitaria

La universidad es uno de esos sitios en los que nunca te encuentras lo que esperas. Puedes quedar enamorado del ambiente de intelectualidad y cultura que emanan estos santos lugares. O puedes encontrarte con menos fiesta de la que te habían prometido en el instituto, antesala en la que las facultades son vistas desde la "lejanía" como el hogar del desenfreno y la orgía non-stop. Pero, como diría Forrest Gump, las universidades son como una caja de sorpresas. Ah no, que era de bombones. Bueno, es igual, bombones también hay. Y se derriten. Pero no por tus huesos. Una pena.

Como iba diciendo, la vida universitaria siempre te depara sorpresas. Hasta en los pasillos del Decanato. Que, como si propio nombre indica, es un lugar infestado de Decanos. Nadie los ha visto, pero se comenta que si los miras directamente a los ojos te conviertes en piedra y te aseguras toda la vida en paro. La universidad sólo garantiza un año de media, por lo que el resultado de cruzarse con un Decano es desolador. Total, al grano. En estos pasillos es muy común esperar a un profesor por distintas razones. Por ejemplo, reclamar un examen, proponerle "trabajos extra" o cagarse amistosamente en sus familiares lejanos (o no). En uno de estos pasillos me encontré con esta obra de arte:

Podemos titularlo "Lo que hace el aburrimiento" o "Mientras que llega el capullo este voy a poner en marcha ni creatividad universitaria". Que bonito, no obstante. Como se puede apreciar a simple vista, estas obras son variantes de la clásica señal de salida. La imagen superior representa a un hombre con cabeza de extintor. Sobrecogedor, sin lugar a dudas. La segunda fotografía, ya menos fiel al original, nos presenta a una especia de futbolista con los pelos de punta y algo en la mano. Otro extintor, parece.

La moraleja de todo esto no está clara del todo. Mejor hacer obras de arte urbano que estudiar. Mejor hacer casi de todo que estudiar. O más vale bombón en mano que Decano en el... despacho. Todas sirven.

Saludos!