domingo, 25 de febrero de 2007

Oscar, diamantes y polémica

Ya llegan los Oscar. Sí, esos premios del cine que en ocasiones parecen un escaparate de mil cosas que no tienen nada que ver con las películas nominadas y premiadas. Que le vamos a hacer. Hoy vamos a ver como algunos filmes se funden con la realidad. Cuando es el caso de ''Diamante de sangre'', que le ha costado a Leonardo DiCaprio la nominación a mejor actor principal, la cosa es aún más siniestra si cabe.

Esta película, dirigida Edward Zwick y ambientada en la guerra civil de Sierra Leona en 1999, ha venido precedida de una gran polémica. Y es que las empresas que exportan diamantes del continente africano se han visto en problemas. Claro, te hacen una peli taquillera en la que se intenta (y se consigue) sacar los colores a ciertos... intereses, y se te ponen de corbata. Y están preocupados. Pobrecitos. Aunque directamente en muchos casos no vaya con ellos.

¿Y por qué esta preocupación? Ya hemos dicho antes (y no se descubre nada nuevo) que la gala de los Oscar y la alfombra roja es un escaparate acojonante y un desfile de dólares sin igual. Y en Hollywood se lucha con ahínco para que las estrellas luzcan sus joyas. No vaya a ser que pierdan dinero y la sociedad se sensibilize con el tema. Edward Zwick dice, y copio literalmente de Terra Noticias: "Hace poco han pedido a las actrices que lleven diamantes a los Oscar y les dan 10.000 dólares para obras benéficas. Este es un gesto muy obvio y muy cínico. Es importante que se vean motivados para hacer algo por África, pero lo que la industria tiene que hacer es ofrecer un desarrollo sostenible, sin publicidad"

Muy curioso todo esto. Una película que va más allá del celuloide puede tener dos cosas: calidad o potestad para tocar los cojones a los más poderosos. "Diamante de sangre" posee las dos cosas.

Ojo a los aledaños del Teatro Kodak, más que nunca. Hay que contar diamantes.

1 comentario:

xOsedorrio dijo...

Todo eso va en consonancia con la doble moral americana y, por extensión, occidental. Por un lado se hacen donativos para los más desfavorecidos, por el otro se les chupa hasta la última gota de sangre. ¡Que frívolos!